Ella asintió con la cabeza, cerró los ojos y todo quedó en silencio por un rato.
- Sos tan hermosa Lu... Me gusta sentirte como un pichoncito recién nacido, que hay que cuidarlo de las maldades del mundo, de las agresiones... Sos tan de cristal, te veo tan débil... Me inspirás tanta ternura... Yo siempre voy a ser tu armadura, sí? - Continuó diciendo Ramiro, interrumpiendo el silencio.
Ludmila sentía un nudo en la garganta, no podía responderle a aquel hombre que la trataba como un ser tan frágil. ¿Cómo podía decirle que tenía de ella una imagen errada? ¿Cómo podía hacerle entender que ella quería crecer?
- ¿Y, amor? ¿No me vas a decir nada?... ¿Por qué estás tan callada?
Silencio.
- ¡Ey, gorda!
- Estoy... estoy escuchando lo que decís...
- ¿Y?... Dame beso, dale!
Ella giró su cabeza y apenas rozó sus labios.
- Bueno, dale, decime qué te pasa...
Ludmila amagó con hablar una o dos veces, hasta que por fin le salielron las palabras.
- Sabés qué pasa Rami? Te escucho y no lo puedo creer. Hablás como si fuera tu hija y no lo soy. Soy tu novia, tu pareja...
Ramiro se quedó mudo, mirándola a los ojos. No esperaba esa respuesta.
- Estoy cansada de que me trates como si yo no fuese fuerte, como si no tuviese una personalidad propia, como si no tuviese ganas de ser alguien en la vida. Me decís que no deje que nadie me cambie, pero vos, al catalogarme de esa forma, al tratarme como si fuera una persona propensa a todo, conciente o inconcientemente, me estás moldeando a tu forma y no me gusta.
- Pero... no es así.
- Sí, es así... ¿Querías que hable? Bueno, lo estoy haciendo. No quiero más esto. Siempre que doy una opinión sobre lo que sea, me tratás como una ignorante, como si fuera una nena de 10 años que no vivió nada, que jamás leyó un libro, que no sabe de política, del sufrir, de pelear por algo, tener metas, sueños... Y estás muy equivocado.
Ludmila se incorporó, tomó sus cosas y antes de retirarse, se despidió.
- Tu "pichoncita" hoy decide volar, volar por otros caminos... conocer olores nuevos, paisajes nuevos, otros "pajaritos"... No te preocupes que aunque me choque con muchos árboles, en algún momento voy a aprender a esquivarlos o en su defecto aprenderé a convivir con esas heridas que me dejen... Te agradezco todo lo que hiciste por mí... pero ya no más.
- Gorda...
- Me voy Ramiro... Sé feliz...
Salió del cuarto y nunca más volvió a mirar para atrás.
Por mí.
2 comentarios:
A Seba le gusta esto!
Muy lindo..
Le preguntas a Ludmila como se hace para no volver amirar atras....
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