¿Qué fue de ese poema que no pude atrapar, el que pasó rengueando frente a mí con las alitas rotas?

domingo, enero 03, 2010

En la doliente soledad del domingo...

Aquí estoy, desnuda, sobre las sábanas solitarias de esta cama donde te deseo.
Veo mi cuerpo, liso y rosado en el espejo, mi cuerpo que fue ávido territorio de tus besos; este cuerpo lleno de recuerdos, de tu desbordada pasión sobre el que peleaste sudorosas batallas de largas noches de quejidos y risas y ruidos de mis cuevas interiores.

Veo mis pechos que acomodabas sonriendo en la palma de tu mano, que apretabas como pájaros pequeños en tus jaulas de cinco barrotes, mientras una flor se me encendía y paraba su dura corola contra tu carne dulce.
Veo mis piernas, largas y lentas, conocedoras de tus caricias, que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes, para abrirte el sendero de la perdición, hacia mi mismo centro, y la suave vegetación del monte, donde urdiste sordos combates, coronados de gozo, anunciados por descargas de fusilerías y truenos primitivos.

Me veo y no me estoy viendo, es un espejo de vos el que se extiende doliente sobre esta soledad de domingo, un espejo rosado, un molde hueco buscando su otro hemisferio.
Llueve copiosamente sobre mi cara y sólo pienso en tu lejano amor, mientras cobijo con todas mis fuerzas, la esperanza...




Gioconda Belli

3 comentarios:

Blackbird dijo...

"...Cinco dedos como cinco ideas geniales. O como cinco llaves maestras..."

Maáru dijo...

Mudí... ! Plop!

Lucas dijo...

Alta foto.