Claro, el poema demanda más.
Pide, requiere más. La visita al menos
de un pan de cristal, un viento de algas,
la palabra temblorosa de un caballo enamorado,
el asombro al menos.
Pero en verdad, para el ojo de mi corazón
el atormentado por los azotes de tu amor
resulta suficiente. Nada más pide,
se complace todo, se contenta;
desborda, canta, baila
con la gala, la sublime
de un plácido atardecer en tus ojos.
Marcos Silber.
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