Una palabra como sobresalto del silencio.
Una sola. Suficiente. Detenida. Nombradora.
Que viaje hasta sus manos, que delate sus ojos.
El nombre. Ese. El suyo.
Repetido y repetido como salmo,
que trace el boceto, organice,
reúna sus partes. Que de eso se trata.
De ponerlo sobre, a los lados, al frente.
Así. Ineludible.
Como aire agua tierra fuego.
Léase: yo iba ensombrado, huído de mí.
Una, la de la palabra con su nombre
me subió a la vida me resucitó.
Marcos Silber.
3 comentarios:
Es así; de este único divino modo.
Evocarla, nada más, y se inicia el desconcierto.
Nombrarla, nada más, y es el desarreglo.
Hay algo, una suerte de misterioso revuelo
adentro de su nombre, y como encanto, alrededor,
que provoca tiernas dolencias en la boca
que -ya dije- la nombra
y en los sueños -ya señalé- que la reclaman.
De todos modos
no deja de provocarme cierto bienestar,
más cierto regocijo,
oír el jadeo de los lobos
que la loba puso adentro de mí.
Esto me gustó, esto último..
Lo escribiste vos? Porque me pareció muy bueno
Si lo escribiste vos te felicito, se ve que estabas en un momento tremendo de inspiración :)
Te mando un beso grande, muá!
No Seba, no lo escribí yo... Es del mismo autor... Pero bueno, felicitame por la buena elección, jeje! Muá!
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