Tus ojos, tu mirada. Tu boca, tus labios.
Me autodestruí en amaneceres, te amé también atardeciendo.
Mis ojos tristes. Los tuyos sonriendo.
Podría escribirle un poema a tus ojos. A tu frialdad acogedora.
Tus destellos, tus ideas locas, tu energía eterna,
y mi nostalgia rota, redentora.
Porque te encontré en el fondo.
Ya no crearé un mundo a tu lado. Ya no.
Ni sonreiré feliz en el escenario.
Ya no correré delante de la poli cogida a tu mano.
Me gustaba cuando gemías, cerca, y mi beso te callaba.
Me gustaba cuando gritabas, palabras revolucionarias.
Mi utopía en tu cuello, porque te espero.
Mis sueños callados en tus manos,
y en tu corazón un mundo nuevo,
a medias con el mío, cuando nos abrazamos.
Me miraste, con tu sonrisa infinita,
y sentí estar en una guerrilla,
dando la vida, por una causa digna.
Hoy te apartaría el pelo, y te diría:
“me duele tanto esperarte a ti como a la revolución”.
Como Neruda:
Yo te quise.
Y algunas veces tú también me quisiste.
Te fuiste libre.
Y yo sonrío, porque amé tus alas.
Que otras te hablen de bajarte el cielo.
Yo te cambio el mundo.
Porque luchar es amar,
Sin miedo.
Y yo te lucho.”
Me encantó, me mató.
[Lo tomé prestado de por ahí]
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