y sólo logro que me dejes ir...
Me mataste el abrazo, la esperanza,
el deseo, las ganas de sentir...
Y si sigo sintiendo,
es por reflejo condicionado de lo que viví.
No estrenaré contigo los luceros,
ni las viejas palabras del amor...
Todo está en su lugar: los casilleros
otra vez ordenaron el dolor.
A ese desorden de alas y fulgores,
a ese enloquecimiento repentino
que me hizo caminar por las paredes,
lo marchitó lo que no compartimos.
La rutina ha cumplido sus deberes.
Pero vine. He venido. Lo he intentado.
Me he quedado un poquito en cada espejo:
eso que no se ve... es lo que te dejo...
De Poldy Bird
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