Nunca tuve un año tan hasta las pelotas como este. Entre el trabajo de 9 h y la nueva carrera que cursé tres veces a la semana a la noche, no existí... Y aún, tendría que sumar los sábados con el Navarro y las doce clases de teatro en el San Martín.
Casi que no tuve tiempo de vivir... o viví en una vorágine donde poco pude disfrutar. Los nada tiempos libres los dediqué a mis amigos, a alguna que otra salida y a dormir, solo dormir.
Jamás pensé que este año tan diferente a todos por estas cosas, iba a terminar siendo el MÁS RARO Y DISTINTO DE TODOS, el final de este 2015 es simplemente UNA MIERDA. No importa si en el trabajo me va bien, si terminé el primer año de la carrera con muy buenas notas, si la salud me acompaña o si la gente que quiero todavía sigue a mi lado, nada importa porque mi papá se fue. Y no hay consuelo que pueda hacer desaparecer el dolor que siento, no hay nada que pueda sacar de mi cabeza la constante imagen de mi viejo, ni su voz, ni sus últimos gestos. No puedo entender cómo se sigue cuando te pasa algo así... La sensación que tengo es que sigo adelante solo por inercia y porque el mundo sigue y yo tengo que seguir, pero nada más. Escribo esto con lágrimas en los ojos, esas mismas que salen tan fácilmente, esas que no se acaban, que hay en cantidad y que parecen eternas. Nada puede llenar el vacío que tengo, creo que nunca nada ni nadie va a poder llenarlo. Tendré que aprender a vivir con eso o "sin eso" y seguir, porque no queda otra.
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