Ella de cuerpo entero o sólo por fragmentos
ella con las piernas cruzadas sobre una manta roja
cumpliendo el rito mágico de poner un bollito de nylon
debajo de la almohada
con la piel de sus manos más suave que los recién nacidos
ella mirando el vacío
con el pantalón dehilachado
o rozando mis muslos con sus muslos
ella milímetro a milímetro
ella entre las sábanas
con su cintura en el aire de la casa
con copos de jabón cayendo de los hombros
ella sonriente con un vaso de vino entre los dedos
o su voz a través de los teléfonos con ese tono apenas preceptible con que dice mi nombre
ella con breve ropa transparente
ella cuando me besa
cuando queda atrapada en una foto
combinando colores en la telas
ella en mis brazos
debajo de mi cuerpo
durmiéndose en mi hombro
Ella.
Horacio Salas
¿Qué fue de ese poema que no pude atrapar, el que pasó rengueando frente a mí con las alitas rotas?
domingo, mayo 30, 2010
sábado, mayo 29, 2010
"...La alegría y el dolor están firmemente entretejidos,
Manto para el alma divina;
Bajo cada pena y aflicción
Corre una alegría con su hilo de seda.
Está bien que sea así:
El hombre fue creado para la alegría y el dolor.
Y cuando llegamos a saberlo de verdad,
Vamos seguros por el mundo..."
Manto para el alma divina;
Bajo cada pena y aflicción
Corre una alegría con su hilo de seda.
Está bien que sea así:
El hombre fue creado para la alegría y el dolor.
Y cuando llegamos a saberlo de verdad,
Vamos seguros por el mundo..."
William Blake
viernes, mayo 28, 2010
jueves, mayo 27, 2010
Yo, Rogelio Velasco...
...dejo también una canción cadenciosa y pegadiza que mi madre cantaba en la cocina mientras revolvía el dulce de leche casero;
dejo un cristal con lluvia que me ponía alegremente melancólico;
dejo un insomnio con luna creciente y dos estrellas;
dejo la campanilla con la que llamaba a la esquiva buena suerte;
dejo una tijerita de acero inoxidable con la que, a través de los años, me fui cortando tres o cuatro tipos de bigote;
dejo el cenicero de Murano que recogió sin inmutarse las cenizas de mis frustraciones;
dejo todos mis apodos y mis remordimientos clandestinos;
dejo una ficha de ruleta para que alguien la apueste al treinta y dos;
dejo el relámpago de la memoria que a veces ilumina los baldíos de mi conciencia;
dejo el cuaderno tabaré cuadriculado donde fui anotando mis vagos presentimientos;
dejo un ejemplar del Quijote en papel biblia con notas al margen que testimonian mi aburrida admiración;
dejo los gemelos de oro que me regalaron para mi segunda boda y que nunca estrené pues uso camisas de manga corta;
dejo la cadenita de mi pobre perro que murió hace tres años porque no supo soportar su viudez;
dejo un encuadernado ejemplar de la oda al carajo, única obra maestra del ubicuo bandolero que escribió nuestro himno y el de Paraguay;
dejo el antiguo calzador de mango largo que uso en mis temporadas de lumbago;
dejo mi valiosa colección de arrugadas expectativas;
dejo un cajoncito de cartas recibidas y otro cajoncito con copias de las cartas que no me contestaron;
dejo un termómetro enigmático y maravilloso porque siempre nos fue imposible leer en él la temperatura nuestra de cada día;
dejo la acogedora sonrisa de la preciosa pero intocable mujer de un amigo que es campeón de karate;
dejo el único piojo solitario, anacoreta, que ingresó hace doce años en mi geografía corporal y al que ultimé sin la menor piedad ecologista;
dejo un plano muy bonito de Montevideo, recuerdo de una época poscolonial y premoon;
dejo mi horóscopo, con sus pronósticos nunca confirmados;
dejo un papel secante con la firma (invertida) de un ministro del ramo;
dejo un caracol gigante, recogido en una playa oceánica que antes de expirar me miró con la tristeza de su odio salado;
dejo una antena de TV, que sólo aportó inéditos fantasmas a mi pantalla;
dejo las ojeras de mi hipocondría y los ardides de mi falso olvido;
dejo un decilitro de ola atlántica que guardo en un frasco verdiazul para que no extrañe;
dejo un sueño erótico y su verdad desnuda, por cierto inalcanzable en la arropada vigilia;
dejo una bofetada femenina, injusta y perfumada;
dejo una patria sin himno ni bandera pero con cielo y suelo;
dejo la culpa que no tuve y la que tuve, ya que después de todo son mellizas;
dejo mi brújula con la advertencia de que el norte es el sur y viceversa;
dejo mi calle y su empedrado;
dejo mi esquina y su sorpresa;
dejo mi puerta con sus cuatro llaves;
dejo mi umbral con tus pisadas tenues;
dejo por fin mi dejadez.
dejo un cristal con lluvia que me ponía alegremente melancólico;
dejo un insomnio con luna creciente y dos estrellas;
dejo la campanilla con la que llamaba a la esquiva buena suerte;
dejo una tijerita de acero inoxidable con la que, a través de los años, me fui cortando tres o cuatro tipos de bigote;
dejo el cenicero de Murano que recogió sin inmutarse las cenizas de mis frustraciones;
dejo todos mis apodos y mis remordimientos clandestinos;
dejo una ficha de ruleta para que alguien la apueste al treinta y dos;
dejo el relámpago de la memoria que a veces ilumina los baldíos de mi conciencia;
dejo el cuaderno tabaré cuadriculado donde fui anotando mis vagos presentimientos;
dejo un ejemplar del Quijote en papel biblia con notas al margen que testimonian mi aburrida admiración;
dejo los gemelos de oro que me regalaron para mi segunda boda y que nunca estrené pues uso camisas de manga corta;
dejo la cadenita de mi pobre perro que murió hace tres años porque no supo soportar su viudez;
dejo un encuadernado ejemplar de la oda al carajo, única obra maestra del ubicuo bandolero que escribió nuestro himno y el de Paraguay;
dejo el antiguo calzador de mango largo que uso en mis temporadas de lumbago;
dejo mi valiosa colección de arrugadas expectativas;
dejo un cajoncito de cartas recibidas y otro cajoncito con copias de las cartas que no me contestaron;
dejo un termómetro enigmático y maravilloso porque siempre nos fue imposible leer en él la temperatura nuestra de cada día;
dejo la acogedora sonrisa de la preciosa pero intocable mujer de un amigo que es campeón de karate;
dejo el único piojo solitario, anacoreta, que ingresó hace doce años en mi geografía corporal y al que ultimé sin la menor piedad ecologista;
dejo un plano muy bonito de Montevideo, recuerdo de una época poscolonial y premoon;
dejo mi horóscopo, con sus pronósticos nunca confirmados;
dejo un papel secante con la firma (invertida) de un ministro del ramo;
dejo un caracol gigante, recogido en una playa oceánica que antes de expirar me miró con la tristeza de su odio salado;
dejo una antena de TV, que sólo aportó inéditos fantasmas a mi pantalla;
dejo las ojeras de mi hipocondría y los ardides de mi falso olvido;
dejo un decilitro de ola atlántica que guardo en un frasco verdiazul para que no extrañe;
dejo un sueño erótico y su verdad desnuda, por cierto inalcanzable en la arropada vigilia;
dejo una bofetada femenina, injusta y perfumada;
dejo una patria sin himno ni bandera pero con cielo y suelo;
dejo la culpa que no tuve y la que tuve, ya que después de todo son mellizas;
dejo mi brújula con la advertencia de que el norte es el sur y viceversa;
dejo mi calle y su empedrado;
dejo mi esquina y su sorpresa;
dejo mi puerta con sus cuatro llaves;
dejo mi umbral con tus pisadas tenues;
dejo por fin mi dejadez.
Fragmento del cuento "Testamento ológrafo" de Mario Benedetti.
martes, mayo 25, 2010
Hoy se cumple...
Un año que te agregué... un año desde que empezó todo.
Un año de idas y vueltas... de desequilibrios.
Un año de errores y disculpas.
Un año de besos y lindos lindos.
Un año de llamadas telefónicas y mensajitos de texto.
Un año de distancias y de acercamientos.
Un año de carcajadas sanadoras.
Un año de dormir abrazados.
Un año de discusiones... de reconciliaciones.
Un año de charlas interminables.
Un año de lágrimas y consuelos.
Un año de mi mano en tu espalda.
Un año de viajes de dos horas para verte.
Un año de ruiditos con las bocas.
Un año de cucharitas.
Un año de canciones cantadas a dúo.
Un año de barquitos cargados.
Un año de cosquillas.
Un año de locuras.
Un año de jugar los tres y morir de la risa.
Un año de dedicatorias interminables.
Un año de cocinar juntos.
Un año de celos.
Un año de despedidas largas.
Un año de caricias en mi cuerpo.
Un año llenísimo de cosas, palabras y gestos...
Un año ciclotímico.
Un año mágico.
Un año que gracias a vos, fue único e irrepetible.
Un presente hermoso, estable y lleno de paz...
Un año para ser esto que somos hoy...
(No sé qué somos, pero me encanta!)
Un año para estar como estamos hoy...
Para estar bien... MUY BIEN.
Fede, te amo.
Un año de idas y vueltas... de desequilibrios.
Un año de errores y disculpas.
Un año de besos y lindos lindos.
Un año de llamadas telefónicas y mensajitos de texto.
Un año de distancias y de acercamientos.
Un año de carcajadas sanadoras.
Un año de dormir abrazados.
Un año de discusiones... de reconciliaciones.
Un año de charlas interminables.
Un año de lágrimas y consuelos.
Un año de mi mano en tu espalda.
Un año de viajes de dos horas para verte.
Un año de ruiditos con las bocas.
Un año de cucharitas.
Un año de canciones cantadas a dúo.
Un año de barquitos cargados.
Un año de cosquillas.
Un año de locuras.
Un año de jugar los tres y morir de la risa.
Un año de dedicatorias interminables.
Un año de cocinar juntos.
Un año de celos.
Un año de despedidas largas.
Un año de caricias en mi cuerpo.
Un año llenísimo de cosas, palabras y gestos...
Un año ciclotímico.
Un año mágico.
Un año que gracias a vos, fue único e irrepetible.
Un presente hermoso, estable y lleno de paz...
Nos costó un año conocernos, aprender de nosotros, de los mambos de cada uno, de saber cuándo callar y cuándo hablar... un año para saber respetar los tiempos de cada uno... para poder hablar maduramente... para reírnos de las cosas del pasado... un año para charlar de cualquier cosa, sin enojarnos... para aprender a escucharnos... un año para volver a confiar...
Un año para ser esto que somos hoy...
(No sé qué somos, pero me encanta!)
Un año para estar como estamos hoy...
Para estar bien... MUY BIEN.
Fede, te amo.
viernes, mayo 21, 2010
"...Aclaro que todo esto es de un pasado. Reciente, pero pasado. Reconozco que hoy tuve una sorpresa. Como todas las mañanas me enfrenté al espejo y le hablé. Le hablé y le hablé. Creo que hasta le grité. De pronto advertí que la boca del espejo permanecía cerrada. Volví a hablar, lo insulté. Y nada. Sus labios no se movieron. Curiosamente, su mirada era de retroceso.
Entonces sentí que me inundaba un extraño regocijo, un esbozo de felicidad.
Y no era para menos. Por vez primera lo había dejado mudo. Por vez primera lo había derrotado. Inapelablemente..."
Fragmento de "No hay sombra en el espejo" de Mario Benedetti.
miércoles, mayo 19, 2010
La vida es una moneda... ♫
La vida es una moneda, quien la rebusca la tiene,
ojo que hablo de monedas y no de gruesos billetes.
La gente sueña que sueña, la calle sigue que sigue,
el taxi gira que gira, el cielo y la ancha avenida.
ojo que hablo de monedas y no de gruesos billetes.
Mi vida es una hoja en blanco, un piano desafinado,
diez dedos largos y flacos y un manojo de palabras.
diez dedos largos y flacos y un manojo de palabras.
Sólo se trata de vivir, esa es la historia,
con la sonrisa en el ojal, con la idiotez
y la cordura de todos los días,
a lo mejor resulta bien.
con la sonrisa en el ojal, con la idiotez
y la cordura de todos los días,
a lo mejor resulta bien.
La gente sueña que sueña, la calle sigue que sigue,
el taxi gira que gira, el cielo y la ancha avenida.
Los días cantan la historia del hombre al borde del hombre,
los días cantan mañanas, los días no tienen miedo.
los días cantan mañanas, los días no tienen miedo.
Sólo se trata de vivir, esa es la historia,
con un amor, sin un amor, con la inocencia
y la ternura que florece a veces,
a lo mejor resulta bien.
con un amor, sin un amor, con la inocencia
y la ternura que florece a veces,
a lo mejor resulta bien.
...Si nos inunda el asfalto de sensaciones profundas,
gocemos bien nuestro ahogo que es nuestra imagen fecunda...
Juan Carlos Baglietto
gocemos bien nuestro ahogo que es nuestra imagen fecunda...
Juan Carlos Baglietto
lunes, mayo 17, 2010
¡Cuánta verdad!
Así el Principito domesticó al zorro, pero cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah! Creo que voy a llorar -dijo el zorro.
-Tuya es la culpa -le dijo el Principito- No deseaba hacerte daño, pero quisiste que te domesticara.
-Sí -dijo el zorro.
-Pero vas a llorar.
-Sí.
-Entonces, no has ganado nada.
-Sí, gano -dijo el zorro-, por el color del trigo.
Luego, agregó:
-Anda y mira nuevamente las rosas, comprenderás que la tuya es única en el mundo, y luego volverás para decirme adiós, y yo te diré un secreto.
El Principito fue nuevamente a ver a las rosas:
-No son en absoluto parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún -les dijo-. Nadie las ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Son como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros, pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron molestas.
-Son bellas, pero están vacías -agregó todavía- No se puede morir por vosotras. Un transeúnte común creerá que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, porque es ella la rosa a quien yo regué. Porque es la rosa a quien puse bajo un globo. Porque es la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es la rosa cuyas orugas maté, salvo las dos o tres que se hicieron mariposas. Porque es ella la rosa a quien escuché quejarse, alabarse, o aún, algunas veces, callarse. Porque ella es mi rosa.
Y después volvió donde el zorro.
-Adiós -dijo.
-Adiós -dijo el zorro- He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien si no es con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el Principito, a fin de acordarse.
-El tiempo que perdiste por tu rosa, es lo que hace que tu rosa sea tan importante para ti.
-El tiempo que perdí por mi rosa...
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro- Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa.
-Soy responsable de mi rosa.
-¡Ah! Creo que voy a llorar -dijo el zorro.
-Tuya es la culpa -le dijo el Principito- No deseaba hacerte daño, pero quisiste que te domesticara.
-Sí -dijo el zorro.
-Pero vas a llorar.
-Sí.
-Entonces, no has ganado nada.
-Sí, gano -dijo el zorro-, por el color del trigo.
Luego, agregó:
-Anda y mira nuevamente las rosas, comprenderás que la tuya es única en el mundo, y luego volverás para decirme adiós, y yo te diré un secreto.
El Principito fue nuevamente a ver a las rosas:
-No son en absoluto parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún -les dijo-. Nadie las ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Son como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros, pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron molestas.
-Son bellas, pero están vacías -agregó todavía- No se puede morir por vosotras. Un transeúnte común creerá que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, porque es ella la rosa a quien yo regué. Porque es la rosa a quien puse bajo un globo. Porque es la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es la rosa cuyas orugas maté, salvo las dos o tres que se hicieron mariposas. Porque es ella la rosa a quien escuché quejarse, alabarse, o aún, algunas veces, callarse. Porque ella es mi rosa.
Y después volvió donde el zorro.
-Adiós -dijo.
-Adiós -dijo el zorro- He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien si no es con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el Principito, a fin de acordarse.
-El tiempo que perdiste por tu rosa, es lo que hace que tu rosa sea tan importante para ti.
-El tiempo que perdí por mi rosa...
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro- Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa.
-Soy responsable de mi rosa.
"El Principito" de A. de Saint-Exupéry.
miércoles, mayo 12, 2010
¡Himno de mi corazón!
Sobre la palma de mi lengua vive el himno de mi corazón, siento la alianza más perfecta que en justicia me une a vos, la vida es un libro útil para aquel que puede comprender, tengo confianza en la balanza que inclina mi parecer...
Nadie quiere dormirse aquí, algo puedo hacer, tras haber cruzado la mar, te seduciré, por felicidad yo canto!
Nada me abruma ni me impide en este día que te quiera amor, naturalmente mi presente busca florecer de a dos, nada hay que nada prohiba, ya te veo andar en Libertad, que no se rasgue como seda el clima de tu corazón...
Nadie quiere dormirse aquí, algo debo hacer, tras haber cruzado la mar, te seduciré, sólo por amor lo canto!
Nadie quiere dormirse aquí, algo puedo hacer, tras haber cruzado la mar, te seduciré, por felicidad yo canto!
Nada me abruma ni me impide en este día que te quiera amor, naturalmente mi presente busca florecer de a dos, nada hay que nada prohiba, ya te veo andar en Libertad, que no se rasgue como seda el clima de tu corazón...
Nadie quiere dormirse aquí, algo debo hacer, tras haber cruzado la mar, te seduciré, sólo por amor lo canto!
♥
Los Abuelos de la Nada
miércoles, mayo 05, 2010
FEDE...
♪♪ ...Y si es que el tiempo existe, yo quiero compartirlo.
Si todo es una foto, yo quiero estar al lado tuyo...
...Al lado tuyo quiero estar, en la foto quiero estar,
AL LADO TUYO... ♫
Si todo es una foto, yo quiero estar al lado tuyo...
...Al lado tuyo quiero estar, en la foto quiero estar,
AL LADO TUYO... ♫
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Dedicados,
Las Pastillas del Abuelo
sábado, mayo 01, 2010
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